martes, 28 de septiembre de 2010

Revisitación.

Revuelvo, resaludo, revisito. Después de muchos días de propuestas más sencillas de las posibilidades cibernéticas. Escribo desde una de las oficinas de Difusión Cultural de la Universidad, tratándome de ahogar el antojo que me pone un vaso enorme de café en el cerebro y en el paladar frustrado. Me está entrando un aire por el lado derecho que creo me dará dolor de garganta más tarde, pero aah.. cómo es oportuno. Aleja el estupor estancado y las ganas de pereza que se almacenan en los lugares más polvosos del cuerpo. Ando tomando unas decisiones que si bien no llevan a un determinismo trágico, ayudan a definir carácter y una voluntad de manifestarme. Es un viaje, y con sólo esta palabra, el entusiasmo está ya puesto, pero su contrario en el certamen no es menos visceral, tiene que ver con algo más profundo que irse a orear la pupila y hacerse la experiencia de la luz y la fiesta. Con esto, mi parte racional me invita al irraciocinio (si así se escribe o si así existe), y el centro escarlata me frena un tanto en un deseo de que el desorden lo haga yo misma y para adentro. Que tome los pedales de un vez y los combine a mi antojo sin pensar mucho más en lo que se espera para una tarde nublada.

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